Gerardo Buendía [Ikeoner]

Tengo 28 años. Nací en la Ciudad de México en 1997 —por accidente, supongo—. Desde entonces, deambulo en esta caótica metrópoli con los audífonos puestos, mirando los edificios y a la gente que viene y que va por estos rumbos. Normalmente habito la ciudad nocturna, en ella me cobijo, tiene cierto encanto. Eso me han dicho.

Aún no sé cómo responder cuando me preguntan quién soy o qué hago, cabe mencionar. En realidad, hago muchas cosas y nada al mismo tiempo. En otras palabras, escribo, pinto, de vez en cuando experimento jugando a hacer música con las apps del iPad —intentando emular a Damon Albarn—. Sin embargo, eventualmente ocupo mi tiempo también diseñando casas y edificios, pensando en la ciudad y su transformación, su tensión, su memoria; de pronto hago de diseñador gráfico, o de director creativo, o comunicador, en realidad de cualquier cosa; es decir, paso del AutoCAD al Photoshop, juntas de trabajo, exposiciones, clases, y luego tomo los óleos mientras un poema de desamor me atraviesa y me destruye.

He sido invitado a participar como editor en algunas revistas, e igualmente he tenido la fortuna de haber colaborado en agencias de comunicación de nivel internacional. Como si eso fuera importante, ¿verdad? Cómo sea, también he dado clases de creatividad y escritura. Siempre como profesor invitado, porque pues ni titulado estoy ni espero estarlo. Ah. Estuve en la política durante algún tiempo, confieso, y quise dedicarme a jugar fútbol profesional —era mi sueño—, ambas sin demasiada pompa, claro, así son las cosas. Hoy día paseo por la calle tomando fotos de lo que me rodea. A veces las fotografías salen movidas.

Me gusta el mezcal y hablar de Gorillaz. Me gusta hacer playlists, por cierto. Todavía estoy pensando cómo redactar esta semblanza. Creo que el cuarto huele como a una mezcla extraña de vino tinto, rosas y aerosol color rojo.